Según la creencia, se trata del alma de una mujer pecadora, convertida en briosa mula por acción diabólica, mientras el cuerpo descansa durante la noche.
Se la ve siempre en desenfrenada carrera, lanzando llamaradas por la trompa, bajo el flagelo de su cruel jinete que no es otro que el diablo en persona. Este castigo recibe la mujer que fornica con un sacerdote, el compadre, el cuñado o el propio hermano.
Es vista después de la media noche, los martes y viernes, en que el diablo se apodera de su alma y la convierte en mula para castigarla brutalmente. A la mañana siguiente, la infeliz no recuerda lo sucedido, pero siente los efectos de la paliza porque le queda el cuerpo adolorido y amoratado, sin poder explicarse el motivo del malestar.
Cualquier mortal trasnochador puede tropezar con esta misteriosa cabalgadura nocturna, al transitar cerca a la casa de la pecaminosa mujer, a pesar de que en jamás haya existido una mula cerca.
He aquí una forma de purgar malas acciones cometidas en este mundo terrenal, entregando el alma al demonio aún en vida.
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